Tras la inflación récord, el Gobierno analiza postergar la convocatoria a empresarios y sindicalistas
Hubo diálogos informales, pero las nuevas negociaciones por un eventual acuerdo de precios y salarios están demoradas. Entre el hermetismo y preocupación, sostienen que se sentarán a hablar tras la manifestación que planea la CGT para el 17 de agosto.
Firme a pesar de los intentos del oficialismo para que se suspenda, la CGT confirmó ayer la convocatoria a la marcha que había anunciado durante la breve gestión de Silvina Batakis en Economía. Dejó en claro, así, que continúa vigente el malestar por la inflación, a pesar del reemplazo de la ministra por Sergio Massa y de los gestos de una parte de la cúpula sindical que busca amainar el perfil crítico de la protesta. Es por ese motivo, en buena parte, que el Gobierno posterga el llamado a empresarios y sindicalistas que anuncia desde la semana pasada para intentar un eventual nuevo acuerdo de precios y salarios.
El aviso sobre el impulso de una nueva serie de diálogos entre el Estado, los privados y los gremios que hizo Sergio Massa apenas después de asumir no tuvo avances esta semana, a pesar de que Alberto Fernández retomó el tema, el miércoles, durante un acto en Lomas de Zamora con el secretario de Comercio, Matías Tombolini. Ese mismo día, aunque prácticamente sin definiciones, el Gobierno había adelantado que pensaban en iniciar la convocatoria esta misma semana, con la mira en concretar un encuentro la siguiente. Pero los supermercadistas y las cámaras empresarias no tuvieron señales oficiales de parte de la administración nacional.
Según pudo reconstruir este medio, el principal motivo de la dilación es la marcha que viene vociferando la CGT, cuyo foco central es la molestia con la pérdida del poder adquisitivo en el contexto inflacionario. Desde el Gobierno deslizan que no tiene sentido sentarse a negociar con los gremios con una manifestación de por medio.
Un flyer que hizo circular ayer la central sindical ratificó la cita para el próximo miércoles 17, a las 15. La manifestación consistirá en la ocupación de las calles céntricas de la Ciudad, sin paro, con la bandera “Primero la patria”. Si bien los sindicalistas le bajaron el tono crítico en la voz de algunos de los principales dirigentes -entre otras cosas, dijeron que “no es contra el Gobierno” sino “contra los empresarios”, y le dieron una calurosa bienvenida a Massa- en la Casa Rosada y en Hacienda la leen como una advertencia y no quieren avanzar en los diálogos en esas condiciones.
En sus primeras semanas en la gestión, Massa necesita desesperadamente mostrar resultados concretos. No sólo para validarse en el cargo, sino sobre todo para marcar un contraste con funcionarios como Juan Manzur, Daniel Scioli y Silvina Batakis que, como él, llegaron al Gobierno rodeados de un aura de expectativa, pero por distintos motivos no lograron soluciones en los temas más acuciantes. Por eso quiere ir a las reuniones (se baraja que en una primera instancia reciba a empresarios y gremialistas por separado) con el terreno medianamente allanado.
Hasta ahora hubo algunos diálogos incipientes con los sindicalistas, que ya deslizaron al Gobierno que entre sus condiciones incorporarían el pedido para que el Estado se haga cargo de los gastos de sus obras sociales en tratamientos oncológicos; la exigencia de un impulso más vehemente a la reapertura de paritarias y la entrega de una suma fija o de un bono.
Mientras tanto, también en conversaciones informales, algunos de los empresarios mostraron predisposición para sentarse a hablar. Pero ya advirtieron que están complicados para fijar precios, en especial por la incertidumbre en torno a los costos en el contexto inflacionario, no sólo a nivel local, sino internacional, por la guerra en Ucrania que afecta el comercio de combustibles y, por extensión, los valores de las materias primas importadas. El escenario se complejiza, además, por la falta de dólares que, a pesar de las gestiones del Gobierno para poner parches por área, están afectando la producción.
Para el Presidente también es imperioso exhibir mejoras en el tema que más lo preocupa: la suba imparable de la inflación. Sobre todo después de que se conociera, ayer, la cifra más alta del año, con un 7,4 por ciento mensual, que si bien no alcanzó el 8% que venía adelantando la Casa Rosada desde la anterior publicación del Indec, dejó en vilo a la cúpula nacional.
Por lo pronto, el encuentro con la CGT y el empresariado se postergaría hasta la semana del lunes 22, adelantaron fuentes oficiales. Pero nadie se atreve aún a dar fechas, ni nombrar a los actores invitados, ni las propuestas. En cambio, reina el hermetismo. Ante repetidas consultas de este medio, desde las áreas supuestamente encargadas del tema -Trabajo, Economía, Producción, Comercio Interior- remitieron a la Presidencia, donde tampoco pudieron confirmar nada, excepto la preocupación por el tema que ya manifestó en público Alberto Fernández, ayer durante un acto en Chaco. “Conozco el problema, no me desentiendo”, dijo, meses después de su declaración de una “guerra contra la inflación” que, por ahora, no mostró resultados.