Al River de Martín Demichelis le va la marcha: pura adrenalina, también pide pista en la Copa Libertadores
A puro rock and roll se metió River en la Copa Libertadores. Le va la marcha al equipo de Martín Demichelis. Pura adrenalina, movimiento, acción, desparpajo. Se desmelena en su despliegue febril. Todo eso junto para revertir una desventaja a los seis minutos, asimilar la expulsión a Enzo Díaz en el primer tiempo y transformar con 10 jugadores un 2-2 en un 4-2 contra Sporting Cristal, en la segunda jornada de la zona D.
Una victoria indispensable para enmendar el debut con derrota por 3-1 en La Paz ante The Strongest. Todavía no está en un puesto de clasificación, pero River calentó motores como para seguir subiendo.
A toda mecha, sin respiro, como si se estuviera cerca del final en vez del principio del partido. Temperatura caliente desde la cancha para templar los primeros frescos otoñales. Un encuentro que parecía más de carácter eliminatorio que de una segunda fecha de la etapa de grupos. Nació frenético y no se concedió muchas pausas.
River no consigue trasladar a la Copa Libertadores la solvencia defensiva de la Liga Profesional. Mientras en el ámbito local lleva siete cotejos en fila sin recibir goles, en el escenario internacional volvió a mostrarse vulnerable. Este miércoles no estaba la excusa de la altura de La Paz para justificar descuidos o fallos de reacción. A los seis minutos, el tiro libre en forma de centro de Jostin Alarcón fue conectado de cabeza por la entrada en tromba del zaguero central Ignácio, ante una defensa que ni atinó a molestarlo.
La noche empezaba mal para River, necesitado de una victoria para compensar la derrota del debut ante The Strongest. El equipo de Demichelis se activó con energía. El entrenador sorprendió con la inclusión de Nicolás De la Cruz por Rodrigo Aliendro, el mejor ladero de Enzo Pérez, el jugador que ayudaba a cerrar filas y evitar descompensaciones. La apuesta fue por una mayor agresividad desde tres cuartos del campo, con el riesgo de descubrirse y que el capitán tuviera que cubrir demasiados metros.
River empezó a buscar a Salomón Rondón y Lucas Beltrán con asistencias a espaldas de los defensores centrales. Sporting Cristal, que se paró con una línea de cinco jugadores y otra de cuatro unos metros por delante, se atrincheró más para defender la ventaja.
River iba por adentro, con el toque de Nacho Fernández y el cambio de ritmo de Esequiel Barco. Por la banda progresaba Enzo Díaz, que sacó un muy buen centro para un estupendo cabezazo cruzado de De la Cruz; el uruguayo llegó desde atrás para no dar referencias a la defensa peruana. Iban 17 minutos y el partido no paraba de agitarse, mientras en las tribunas se cantaba y se alentaba, con conciencia de que la noche venía empinada.
Más bravura que criterio guiaba los ataques de River. Un cabezazo de Rondón, poco fino con la pelota en los pies, dio en un poste. Beltrán se aturulló en un par de definiciones. Pero River iba, convencido, tozudo, persistente. Consiguió el 2-1 en una acción que no presagiaba el gol, con un remate de Barco que pasó entre varios jugadores –llegó a rozar en Beltrán– y sorprendió a un arquero que parecía tener tapada la visión.
Sporting Cristal, aun agazapado, no renunciaba y armaba algún contraataque. Se lo permitían una defensa a veces demasiado abierta y un par de delanteros punzantes. Paulo Díaz salió demasiado lejos y dejó un hueco por el que se filtró Washington Corozo; Enzo Díaz lo bajó en la puerta del área en su desesperado cierre. Expulsión al defensor lateral por haber cortado una situación manifiesta de gol, y un tiro libre que Corozo colgó de un ángulo con un bombazo. En un minuto, la historia se daba vuelta, con doble castigo para River: paso del triunfo al empate y un hombre menos para afrontar más de medio partido.
Para la segunda etapa, Demichelis mantuvo la línea de tres en el fondo que había quedado, con Paulo Díaz, Leandro González Pirez y Milton Casco, pero oxigenó el medio con la entrada de Aliendro (por De la Cruz) y buscó verticalidad con Pablo Solari por Rondón.
River se acomodó bastante, no sintió el hombre de menos, cubrió bien la mitad de la cancha y evitó que Sporting Cristal lo preocupara con contraataques. Mantuvo la percusión ofensiva y se puso 3-2 con otro remate del entonado Barco. River volvía a sacar pecho, se sentía en su salsa. En medio del frenesí, el pensante Enzo Pérez le puso una asistencia de Nº 10 a Solari, que definió por encima del arquero. El 4-2 era festejado con desenfreno hasta por Demichelis.
Ingresó Marcelo Herrera por Nacho Fernández para volver a la línea de cuatro atrás. Pérez se fue reemplazado bajo una ovación que se asemejó a una veneración. Sólo en el tramo final River se permitió bajar un poco las revoluciones, y la reacción de Cristal fue tibia. Había quedado demasiado golpeado, y ni siquiera con un jugador más se creyó capaz de dar algún susto, como en el primer tiempo.
Fue un triunfo que estaba dentro del presupuesto de River, con un bonus anímico por las circunstancias que tuvo que atravesar. Pegó un par de patinadas, pero recuperó el paso para terminar bailando el ritmo que más le gusta. Y pide pista en la Libertadores.