El papa emérito Benedicto XVI despedido por el mundo en un solemne funeral presidido por su sucesor el Papa Francisco

Líderes mundiales y miles de personas han asistido a la histórica ceremonia en la plaza de San Pedro del Vaticano, en Roma

El papa emérito Benedicto XVI que murió el pasado 31 de diciembre a los 95 años, ha sido despedido como él quería, con una ceremonia en la que la solemnidad que obedece al cargo que ostentó como máximo representante de la Iglesia se ha mezclado con la sobriedad y sencillez del hombre que fue. Apenas amanecía en el Vaticano, en medio de la niebla y con unas temperaturas de 7 grados, cuando ya miles de personas, fieles, peregrinos y religiosos, llegados a Roma desde todos los rincones del globo, se agolpaban en la plaza de San Pedro para despedir al que fue jefe de la Iglesia católica. Ha sido el Papa Francisco, de 86 años, quien ha presidido esta misa en el Vaticano, una situación inédita e histórica pues es la primera en la que un papa en activo ejerce este papel en las exequias de su predecesor.

La ceremonia, aunque ha seguido el esquema de las tradiciones del Vaticano con respecto a las exequias papales, ha estado marcada por algunos cambios, que obedecen a la condición de emérito del difunto -recordemos que en febrero de 2013, Joseph Ratzinger renunció a su cargo como jefe de la Iglesia católica y vivía retirado en el monasterio vaticano del Mater Ecclesiae-, y por detalles como la música, pues se ha elegido piezas de Johann Sebastian Bach, uno de los compositores preferidos del Pontífice, junto a Mozart. Los gestos y las palabras de admiración del Papa a su predecesor han sido también protagonistas. Especialmente significativa ha sido la imagen del Papa Francisco, ya despojado de las vestiduras litúrgicas, apoyando su mano en el féretro de Benedicto XVI al finalizar el rito, para rezar una última oración por su alma y bendecirlo.

El funeral ha dado comienzo en torno a las 9.30 de la mañana, después de que unos 40 minutos antes, a las 8.50 horas, el féretro de ciprés con los restos de Benedicto XVI (revestido con una casulla roja, color del luto papal) abandonaran la basílica de San Pedro, donde el pasado día 2 quedó instalada la capilla ardiente por la que han pasado más de 100.000 personas, para situarse en la zona superior de la plaza. Los fieles congregados en la explanada de San Pedro rezaban el rosario mientras uno de los maestros de ceremonias ponía sobre el féretro un ejemplar abiero de los Evangelios, como símbolo del ideal de vida que ha guiado al difunto, y encendía un cirio, símbolo de su fe. Dados los problemas de movilidad del Papa Francisco, que ha llegado de hecho en silla de ruedas a la plaza, el oficiante tras el altar fue el cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, acompañado como concelebrantes por más de 120 cardenales, 400 obispos y casi cuatro mil sacerdotes, que honraron durante la ceremonia la relevancia y aportación de Benedicto XVI en el seno de la Iglesia.

Líderes mundiales, representantes ecuménicos y miles de fieles

En la explanada de San Pedro se han dado cita, se estima, más de 65.000 personas, entre ciudadanos devotos y representantes de las naciones mundiales (al del Papa Juan Pablo II asistieron cerca de un millón de personas). Aunque desde el Vaticano solo se invitó de manera oficial a delegaciones de Italia y Alemania, dado que no se trataba de un papa reinante, han sido muchos los líderes mundiales que han asistido a título personal. Desde España viajo la reina Sofía, en representación de la Corona española, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y la embajadora española ante la Santa Sede, Isabel Celaá. También los reyes Felipe y Matilde de Bélgica; el presidente de Polonia, Andrzej Duda; el presidente de Portugal, Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa; el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier; el presidente italiano, Sergio Mattarella; el presidente húngaro, Katalin Novak, el gobernador de Baviera, Markus Söder, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán (viajó junto a su esposa, Aniko Levai al Vaticano) han presentado sus respetos.

Entre los representantes ecuménicos, los Metropolitas Emmanuel de Calcedonia y Policarpo de Italia, por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, y el Metropolitano Antonio de Volokolamsk, presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado de Moscú, además de obispos de Iglesias ortodoxas de Europa, América y Asia, junto al moderador del Consejo Ecuménico de las Iglesias, el obispo Heinrich Bedford-Strohm.

Los cambios en la liturgia tradicional

El último funeral de un pontífice fue el de Juan Pablo lo, el 2 de abril de 2005, y en esta ocasión la liturgia que se ha seguido es casi similar, aunque con algunos cambios dado que Benedicto XVI no era papa reinante. El Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, detalló días antes que se seguiría el modelo de las exequias de un Pontífice reinante, con algunos elementos originales, adaptaciones y otros elementos eliminados, unos cambios en los que participaron el Papa Francisco y el maestro de las ceremonias litúrgicas del Papa desde 2021, el sacerdote italiano Diego Giovanni Ravelli. Como informó la Santa Sede, los ceremonieros del Vaticano trabajaron en la elaboración de un libreto para el funeral de Benedicto XVI dada su condición de emérito, pues fue el primer papa que renuncio a su cargo en seis siglos de historia, desde tiempos de Gregorio XII. Se ha dispuesto una misa exequial según el rito Ordo exequiarum Romani Pontificis, como establece el capítulo V de la primera parte de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis (1996). 

Las lecturas, en español e inglés, han sido diferentes pues se ha leído un pasaje del Libro del profeta Isaías, la Primera Carta de San Pedro y un pasaje del capítulo 23 del Evangelio de San Lucas, que recoge la muerte de Jesús. En la homilía, el Papa Francisco recordó que el hombre está bajo la protección de Dios y reconoció el papel que tiene el representante del Señor en transmitir su mensaje, pese a las dificultades y obstáculos con los que se encuentra. El Papa resumió la vida de Benedicto como “entrega agradecida a Dios y a su pueblo”, “entrega orante” y  “entrega sostenida por el Espíritu Santo”. Finalizó sus palabras recordando el agradecimiento y el amor que la cristiandad tenía a Benedicto XVI por el papel que desempeñó en la Iglesia. “Queremos decir juntos: ‘Padre en tus manos encomendamos su espíritu’(…) Benedicto, que tu gozo sea perfecto al oir definitivamente y para siempre su voz”.

En la primera de las cinco oraciones de los fieles, en alemán, se dijo “por el Papa emérito Benedicto, que descansa en el Señor, te pedimos que el eterno Pastor lo acoja en su reino de luz y de paz”. Se hicieron otras peticiones en francés, árabe, portugués e italiano. En la oración de las ofrendas, el cardenal Giovanni Battista Re rezó: “Por el poder de este sacrificio, haz que tu siervo Benedicto, a quien has puesto a la cabeza de tu rebaño como pastor principal, sea recibido en el cielo entre los santos obispos”. No se han realizado las súplicas que se hacen al final de la misa a la diócesis de Roma y de las Iglesias orientales, que son propias de un Papa reinante.

Su música preferida

La música ha sido otro de los elementos que se ha cuidado en esta ceremonia y que habrían sido muy del gusto del Pontífice. Los coros presentes han sido el de la Capilla Sixtina, dirigido por el Maestro Marcos Paván, el coro dirigido por el Maestro Jafet Ramón Ortega Trillo, y se ha escuchado la música de órgano del Maestro Josep Solé Coll. Natural de Sabadell y primer organista de la basílica de San Pedro, Solá ha tocado durante la misa el Réquiem del compositor italiano de Giovanni Pierluigi da Palestrina, que como contó a Vida Nueva ya había escogido para el funeral de algún cardenal, aunque hoy incluyó el ofertorio O Domine Jesu Christe. Se han tocado además varias piezas de Bach, una de ellas mientras la comitiva se dirigía a las grutas vaticanas para dar sepultura al cuerpo de Benedicto XVI tras la bendición final de la misa. Del compositor, uno de los preferidos de Ratzinger, se han tocado la fantasía en Do menor BWV 562 y una canción espiritual, Ven dulce muerte, con un arreglo del organista americano Virgil Fox, como explicó Solá. Los dos hijos de este músico estuvieron en la ceremonia como parte del coro.

El ritual de su entierro

Después del funeral, el Papa Francisco llevó a cabo un ritual llamado Ultima commendatio et valedictio (Ultima recomendación y despedida) en los que incensaron los restos del Papa emérito. Fueron entonces trasladados a las grutas vaticanas, a una cripta de la Basílica donde reposarán en un triple féretro, como sus antecesores. Recibió sepultura de manera privada y sin vestir el palio -que se colocará en el ataúd- como se hace para los obispos eméritos, aunque sí llevará los menajes pontificios, la casulla o manto rojos -el pontificios, la casulla o manto rojos -el color de duelo papal- sobre la túnica blanca y la mitra en su cabeza. Kevin Farrell, el actual camarlengo y cardenal de la Iglesia católica que preside la Cámara Apostólica, fue el responsable de que todo se desarrollara según el plan previsto. Se encargaró además de la conocida destrucción del Anillo del Pescador, elemento que cada Papa recibe en el momento de su nombramiento y que es un símbolo de su papel como sucesor del apóstol San Pedro.

Otra tradición de los funerales papales es la de enterrarlos con tres ataúdes. El de madera de ciprés, forrado con terciopelo carmesí, color litúrgico, va dentro de un segundo construido en plomo, con cordones de seda de color morado. Está, además, sellado con cera fundida modelada con el escudo de armas del Papa. Por último, este ataúd se coloca dentro de un tercero donde introducen tres bolsos de piel con las medallas y monedas de oro, plata y cobre acuñadas durante su Pontificado (entre 2005 y 2013). También se meten los distintos palios que tuvo como arzobispo y papa, la estola de lana blanca que se lleva sobre los hombros en señal de autoridad y un cilindro de metal  que se denomina Rogito. Recoge este un breve texto en latín con los actos más destacados de su mandato (en el funeral de Juan Pablo II se leyó el documento de manera pública). El féretro se situará en el mismo lugar en el que reposaban los restos de Juan Pablo II, que en 2009 fue trasladado hasta la capilla de San Sebastián, a escasos metros de La Piedad de Miguel Ángel, tras ser beatificado. El camarlengo recordará entonces la frase bíblica: “Polvo somos y en polvo nos convertiremos”. Mientras, los fieles en la plaza desplegaron pancartas que ponían: ‘Santo subito’, pidiendo que Benedicto XVI sea declarado santo pronto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *