El peronismo afronta el inicio del año electoral con preocupación por la falta de candidatos y el crecimiento de Javier Milei
El peronismo cierra el año con algunas certezas. No son muchas, pero le permiten a la fuerza política tener una mínima hoja de ruta electoral en el inicio del 2023, año que estará marcado por una línea extensa de elecciones provinciales y que terminará con una posible seguidilla nacional que incluirá PASO, elecciones generales y balotaje.
¿Cuáles son las certezas? La primera de todas es que hay pocos candidatos firmes para encabezar el proyecto político que el peronismo pueda poner en la cancha cuando se abra el proceso electoral. Y de los que hay, algunos no tienen el volumen político suficiente para enamorar a la dirigencia, en un primer orden, y al electorado, en la etapa clave.
La segunda es que Javier Milei, a la cabeza del esquema libertario que vio la luz en los últimos comicios, empezó a crecer en los últimos meses y tanto en el oficialismo como en el bloque mayoritario de la oposición, miran con preocupación la forma en la que se está afirmando su proyecto presidencial.
En base a distintas encuestas que las consultoras vienen realizando desde hace más de un año, la mayoría de la dirigencia política asimiló que el economista, más allá de algunos bajones en la intención de voto durante el transcurso del año, será un actor clave en el momento de las elecciones. “Milei con 20 puntos rompe todo el escenario”, advirtió un diputado nacional que conoce bien las dificultades de juntar votos en el territorio.
Sin embargo, hay un nombre propio importante que cree que el fenómeno Milei quizás no sea el que está reflejado en las encuestas. “Quiero ver cuántos argentinos le confiarían la presidencia a un tipo como Milei”, se sinceró Alberto Fernández ante uno de sus funcionarios. Fue durante la última semana, donde el clima electoral terminó de capturar a todo el oficialismo.
La tercer certeza es que si la discusión de Juntos por el Cambio sigue un camino medianamente lógico, el próximo candidato a presidente no saldrá de tres nombres: Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Facundo Manes. Los dos primeros son contabilizados en el peronismo como las opciones con más chances. El silencio de Mauricio Macri bajó la espuma -al menos por el momento- de una posible postulación.
En ese sentido, algunos dirigentes creen que si Bullrich termina siendo la candidata de Juntos por el Cambio, en un eventual balotaje con el peronismo, se quedará con todos los votos de Milei. En cambio, creen que el jefe de Gobierno porteño puede interpretar mejor el centro, siempre atosigado por la polarización que está enquistada desde hace largos años.
La cuarta certeza es que habrá PASO en el Frente de Todos. Las elecciones primarias ya no están en discusión. En todos los rincones del peronismo asimilan que ese será el mecanismo para resolver las diferencias. Y esa aceptación se da por dos motivos concretos. No hay ningún candidato que encolumne a la mayoría y, sabiendo de antemano que la interna de Juntos por el Cambio será potente, el peronismo no puede perder la oportunidad de darle volumen a la discusión electoral interna.
Uno de los sectores que empuja y reclama que haya PASO en todos los niveles es el Movimiento Evita, la organización social que se mantuvo cerca de Alberto Fernández en medio de toda la crisis política y económica, pero que en los últimos meses empezó a tender puentes con el kirchnerismo.
Retrato de ese acercamiento es la reunión que tuvo Emilio Pérsico con Máximo Kirchner antes del multitudinario acto de Cristina Kirchner en el estadio único de La Plata, o el encuentro que mantuvo pocos días atrás Fernando “Chino” Navarro con el jefe de gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, uno de los dirigentes de la provincia de Buenos Aires más cercanos a la Vicepresidenta y su hijo.
En esa reunión que tuvo lugar en Lomas de Zamora el último lunes, los representantes de la organización social dejaron en claro que su vocación es que haya PASO a nivel nacional, provincial y municipal. Quizás el dato más relevante es que le plantearon a Insaurralde que quieren apoyar en el territorio bonaerense a un candidato que sea de Buenos Aires. Un nombre posible sería el del propio funcionario, que coquetea con la posibilidad de competir en unas elecciones primarias con Axel Kicillof.
La quinta es una certeza al 80%. En la gran mayoría del Frente de Todos existe un absoluto convencimiento de que Cristina Kirchner no va a competir. Le creyeron cuando dijo, después de ser condenada en la causa Vialidad, que no iba a ser candidata a presidenta ni a senadora nacional. “No voy a someter a mi fuerza política a que lleve en la boleta a una candidata condenada”, se sinceró.
Pero después de su participación en un acto en Avellaneda durante el último martes, cuando dijo que ella no se había autoexcluido ni había renunciado, sino que la habían proscripto, un sector de la coalición oficialista entendió que estaba dejando la puerta abierta a una posible candidatura y que todavía es posible darle vida a un nuevo operativo clamor.
Lo cierto es que al día de hoy hay un puñado de nombres propios que tienen la etiqueta de presidenciables, pero que no terminan de convencer en un 100% a la mayoría del espacio político. Alberto Fernández sigue creyendo en la posibilidad de llevar adelante su reelección. Y si en el fondo de su pensamiento no fuera así, no lo diría hasta los días previos antes de que se cierren las listas. Tiene que conservar el poder que le queda y mantener en suspenso su definición lo ayuda a retenerlo.
“En el momento que menos se lo esperen defino que hago con mi candidatura”, le dijo Fernández a un interlocutor frecuente en las últimas horas del año. Esa incógnita no desvela al kirchnerismo, pero le molesta. Algunos creen que el Presidente puede terminar inclinándose por buscar una reelección sin la aceptación de Cristina Kirchner. Además, para el kirchnerismo, “Alberto se terminó”.
Si el Jefe de Estado no compitiera, el lugar asegurado para hacerlo lo tendrá el embajador en Brasil, Daniel Scioli, que en los primeros días de enero saldrá a correr por la playa Bristol, caminar por la rambla y la costanera y nadar en las aguas frías de Mar del Plata para hacer una encuesta cara a cara. Quiere percibir en qué situación está, luego de que hayan pasado ocho años de su candidatura presidencial. A ese ejercicio le llama el “Bristol Test”.
El ex gobernador está convencido que la elección la gana “el que interpreta el centro”, como le confesó a uno de los dirigentes que forman parte de su círculo íntimo. Pero advierte también que la responsabilidad que tiene el candidato del peronismo es hablarle a los votantes de Milei, que consolidaron una masa que varía, según las encuestas, entre el 18 y 20% a nivel nacional.
Además, considera que tras la decisión de Cristina Kirchner de no competir, no quedan demasiados candidatos en pie que tengan volumen político y conocimiento. Si el Presidente, finalmente, no va por la reelección, con esas características solo quedan él y Sergio Massa. Ambos fueron candidatos a presidente en las elecciones del 2015.
Un paso más atrás vienen el Jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. Los dos tienen problemas de instalación en la opinión pública, aunque aún resten varios meses para definir la candidatura. Los dos se mueven de la misma forma. Mostrando cercanía con los empresarios, encabezando viajes a Estados Unidos y levantando el perfil público.
Sin embargo, ambos tienen bajo conocimiento a lo largo y ancho del país. Manzur pisa fuerte en el norte del país, pero pierde fuerza en el centro y en el sur. De Pedro es el nombre del kirchnerismo para ocupar la candidatura ideológica. Tiene potencial para crecer, aunque en el peronismo muchos piensen que el sello de La Cámpora sea la principal barrera para poder hacerlo.
La última suba del dólar blue, que llegó a un récord máximo de $355, sembró dudas – solo durante ese día -, sobre la candidatura de Sergio Massa. La inestabilidad cambiaria de la última semana impactó de lleno en las proyecciones internas sobre la jugada electoral que pueda efectuar el ministro de Economía, que asegura que no piensa en una posible candidatura el año entrante.
El último nombre que siempre gira en el oficialismo es el de Sergio Uñac. El gobernador de San Juan confirmó ayer que va a buscar el tercer mandato en su provincia. Sin embargo, el calendario electoral de la provincia le da margen para competir en los comicios nacionales. Las elecciones locales serán el 14 de mayo. Y las listas nacionales se cerrarán en junio.
Esos son los nombres. No hay más potenciales candidatos en el Frente de Todos. Al menos, que tengan características para poder afrontar el enorme desafío. Esa situación preocupa mucho en el interior de la fuerza política, porque es un problema que se suma al complejo funcionamiento del gobierno nacional, cada vez más deteriorado y fracturado como consecuencia de las internas inagotables.
El candidato que tenga el peronismo está completamente atado a los resultados del plan económico de Massa. Si la inflación no baja hasta llegar a los 3,5% mensuales que dentro de la Casa Rosada sostienen como número positivo para ser competitivos, el nombre propio que tenga que competir tendrá una tarea titánica: hacer ganar al peronismo con una inflación interanual cercana al 100% y con una coalición fisurada y sin rumbo unificado.